Porque todos tenemos un jardín insólito repleto de
sensaciones…
El placer de observar tu flor preferida.
La hoja de aquella planta que te recuerda un lugar.
El cosquilleo que sentiste cuando te rozó una espiga…o dos.
El olor que te lleva a aquella noche.
La curiosidad que te hizo acercar tu cara a ese arbusto extraño y pinchó tu nariz.
El estornudo que te ocasionó olisquear ese brote tan raro.
Aquel dolor que te infringió esa zarza.
El susto que te llevaste cuando, al coger la amapola, una abeja salió de ella.
La tristeza de pisar, mientras caminabas, la única flor morada que quedaba a tu alrededor.
El escuchar aquel picapinos que adivina que clase de árboles vas a encontrar.
El cosquilleo que sentiste cuando te rozó una espiga…o dos.
El olor que te lleva a aquella noche.
La curiosidad que te hizo acercar tu cara a ese arbusto extraño y pinchó tu nariz.
El estornudo que te ocasionó olisquear ese brote tan raro.
Aquel dolor que te infringió esa zarza.
El susto que te llevaste cuando, al coger la amapola, una abeja salió de ella.
La tristeza de pisar, mientras caminabas, la única flor morada que quedaba a tu alrededor.
El escuchar aquel picapinos que adivina que clase de árboles vas a encontrar.
Y sin duda…seguiremos
disfrutando de todos estos instantes…y muchos más. Manteniendo siempre vivo el jardín…regando
las emociones a diario…aunque la regadera a veces pese…arriesgándonos a sentir…aunque en ocasiones nos pinchemos al
coger una rosa… Con continuidad…con ganas…con fuerza. Aunque no entendamos por
qué un pétalo cae…y jamás vuelve a su sitio…Porque nadie dijo que…” la vida
fuera un camino de rosas”…o si???. El sendero por el que caminas…lo siembras tú.